Camaristas escucharon a una adolescente y a su madre, quienes buscan retomar y efectivizar su vínculo

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Se trata de una mujer que reclama por su vínculo con su hija, una adolescente de 15 años que se encuentra conviviendo con su padre, quien ejerce presión psicológica contínua sobre la joven en razón de diferencias entre la capacidad económica y la situación social que existe entre ambos progenitores.
La Defensora General de la provincia, María Inés Diez, tramitó todo lo necesario para que una mujer y su hija adolescente de 15 años pudieran ser escuchadas por los magistrados de la Cámara de Apelaciones Civil y Comercial Sala I, Adriana María Rodríguez y Ricardo Nicolás Casali Rey, tras considerar que ambas merecían poder expresar sus ideas y sentimientos al respecto de cómo viven ahora y cómo desearían que fuera la relación entre los miembros de su familia.
“Como Defensora General de la provincia, quiero resaltar el compromiso, el interés y esta actitud de permitir un real y efectivo acceso a la justicia que adoptaron los camaristas Rodríguez y Casali Rey con su accionar al haber convocado una audiencia que tenía por única finalidad tomar contacto directo con las partes y escucharlas, en un proceso que hace más de 7 años deambulaba sin resolución”, destacó Diez.
Sucede que, luego de finalizada la relación de pareja con su ex esposo, la mujer que es asistida por la Defensa Pública reclamó para sí la tenencia de su hija, quien por entonces era una niña. Sin embargo, y a pesar de los informes psicológicos a su favor, fue su ex marido quien obtuvo lo que ahora se llama cuidado personal, pues el juez consideró por entonces la situación económica y social del hombre que, claramente, era bastante mejor que la de su ex mujer.
Así es como, desde entonces a esta parte, es decir, durante los últimos 7 años, toda vez que la niña tomó contacto con su madre, su padre le generó sentimientos angustiosos.
De este modo, la chica fue víctima de violencia psicológica desde su niñez a pesar de haber manifestado y continuar manifestando insistentemente su deseo de compartir tiempo con ambos padres, aunque por separado claro, sin que esto le sea luego recriminado por sólo una de las partes.